A Santiago de Cali
La ciudad me ofrecesus montañas, su cielo,
sus árboles, sus ríos, su brisa,
sus fuentes,
las calles estrechas
y los tejados de mi Cali Vieja
con su tiempo detenido
como una promesa, un deseo vago,
una esperanza.
La ciudad, mi ciudad.
Tan propia y tan ajena.
Tan conocida y tan extraña.
Todos corren, todos quieren ganar.
Nadie gana, todos pierden.
Pierde el cielo su pureza.
Pierde la vida su calma.
Pierdes tú, pierdo yo.
De día todo me asusta
¡Hay tanta bulla!
Pitos, motores, música, voces, todo mezclado.
La gente es extraña:
Aquel me tira un palo,
otro me pide pan y monedas
ese me agrede con su coche.
Pronto oscurece
y aún no llego a casa;
paso por el café
y allí están mis compañeros los poetas.
Todo es más amable:
La luna y la noche son amigas.
Camino por la Sexta,
atravieso el río:
voy a un concierto
de jazz o al cine.
En casa hay otro concierto:
Cuentas atrasadas,
la tele del vecino
siempre en alto volumen.
No hay correo para mí.
¿Nadie me recuerda?
Pero no todo es molestia.
Hay cosas lindas.
Mañana amanecerá mi sol,
mi día con brisa,
mi vida de aire y de nube.
La ciudad, mi ciudad.
Tan mía y tan ajena.
Tan conocida y tan desconocida.
Por: Ana María Gómez Vélez