martes, mayo 15, 2012

No me fue bien estudiando en Argentina

De la serie inmigrantes 

¿Por qué lo digo?
En cualquier lugar hay universidades buenas, muy exigentes y con excelentes profesionales
que dictan las materias, también hay las universidades que no son tan buenas y otras
universidades, conocidas como "de garaje", en las que engañan a quienes se matriculan
prometiendo diplomas que no serán avalados a futuro. 

Eso me sucedió a mí cuando me matriculé por Internet en una universidad que ofrecía la maestría que yo buscaba para continuar mis estudios cuando me gradué de la universidad del Valle, en Cali, Colombia.
Mi sueño era traer mi diploma palpable a mi madre, para mejorar los ingresos familiares, pues soy hijo de una madre sola, quien se esforzó de manera increíble por que yo tuviera estudios avanzados.

Buscamos por Internet la información 
y resulta que en Buenos Aires Argentina era económico: pagar el estudio y la manutención salía igual que estudiar y vivir en Bogotá con el prestigio adicional de que mi maestría sería internacional. Así que me matriculé, consiguiendo préstamos con la familia y un crédito que sacó mi madre a su nombre por un año en un banco, así que me fui con mis maletas e ilusiones a Buenos Aires.
Me instalé con cuatro compañeros colombianos que reconocí en la agencia de viajes, eran de la universidad, los conocí durante el tiempo de mi carrera, ellos también continuarían estudios allá –muchos colombianos viajan con ese propósito–. Tenían espacio para un colombiano más en la casa que alquilaron en BsAs. Me pareció favorable el precio que debía pagar por arriendo y los servicios los compartiríamos.

 Me sentí afortunado: ya tenía vivienda y estudio en Argentina. Qué bien ché, ya me veía caminando por Florida... y visitando la casa de Borges. Un sueño hecho realidad.

El viaje fue bueno y llegamos juntos a instalarnos dos semanas antes de entrar a mi nueva universidad.
Todo bien, paseé por las calles que ya había recorrido en sueños y en el mapa que pegó mamá enfrente del computador en la habitación mía en Cali que ahora sería lugar de nuestras comunicaciones. 
Al entrar a la universidad las cosas estaban bien hasta terminar el segundo mes en que un profesor se retiró y lo reemplazó otro mas bien flojo. Y así sucedió con varios profesores, se retiraban. Y nos ponían gente que no estaba bien capacitada para dictar esas materias. 
En realidad yo era el único que tenía idea de qué se trataban los temas. Allí me di cuenta de que la  universidad del Valle nos prepara de una manera excelente. Yo era el más avanzado, más avanzado que mis propios profesores. Así que me tocaba enseñarles cómo manejar los equipos y darles los talleres que había visto incluso en los niveles iniciales de la carrera –y era una maestría–. Para mí fue muy frustrante. No podía retirarme, ese año estaba pagado en la colegiatura de la universidad y también había firmado el contrato anual de arrendamiento. Así que resignación. 
Traté de aprovechar lo mejor posible ese tiempo.
Hablé con un amigo de la universidad que estudiaba allí mismo, en otra carrera y le planteé mi situación. Me contestó que a él le sucedía igual, pero que como se había "vendido" en un crédito por toda la carrera no podría retirarse. Y que además él se iba a graduar en una universidad del extranjero, nada importaba que no fuera excelente porque tendría el diploma.

Yo no podía ceder a esta tentación, sabía que mi madre, cada año estaría más apretada con su crédito, su nombre. Así que decidí regresar a Colombia al terminar el año. Mi madre estaba triste, pero entendió la situación.




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Qué rico las opiniones son bienvenidas.
Gracias,
Ana María - Penélope