miércoles, diciembre 11, 2013

La Cali que me gusta

Ana María Gómez Vélez

De Cali me gusta la brisa de las cinco de la tarde. Dicen que viene del Pacífico, y esa noticia, viviendo a trescientos kilómetros de distancia, hace que te sientas muy alegre. A veces somos tan soñadores que subimos a “la carretera al mar” y decimos que desde allí vemos la mar, con su espuma.
De Cali me gustan las montañas cercanas, los farallones, altos picos que se recortan contra la luz de la tarde cuando las nubes se tiñen de malva. Es un regalo sacar un ratito para disfrutar mirando, llenando los ojos de paisaje.
De Cali me gustan los árboles. Hay samanes esas sombrillas gigantes, ceibas mujeres con muchos brazos, chiminangos que son chicos locos, palmas despeinadas, guayacanes que florecen en amarillos y en rosados. Tengo una ruta en la ciudad donde sigo los amancayos o frangipanes, que florecen en amarillos, rosados o blancos, para mí significan mucho porque aparecen en el libro Confieso que he vivido de Neruda. En mi antejardín hay ramos de novia todo el año y en la esquina otro me saluda en amarillos.
De Cali me gustan los ríos. Tenemos siete y cuando lo digo me lleno de energía y de gozo. Aunque están muy descuidados, es un privilegio tener tantas fuentes de agua.
De Cali me gusta el agua que nos visita tantas veces. Los aguaceros son épicos. Adoro las fuentes de agua, esas grandes, construidas, con sus choros refrescan y adornan la ciudad y mucho más cuando algunas personas se bañan allí en las horas de más calor.
De Cali me gusta caminar por la orilla del río Cali el  que está más cercano, y siempre me sedujo.
De Cali a veces no me gusta el clima. En días de mucho calor me refugio en lugares que tienen aire acondicionado, como las bibliotecas. Así puedo trabajar más tranquila, leyendo y escribiendo, que son mis ocupaciones principales.
De Cali me gusta que sea una ciudad pequeña y toda la gente se conoce. Al caminar por los mismos lugares encuentro personas que me reconocen y me saludan amables.
De Cali no me gustan las desigualdades. Los negocios a veces no rinden los réditos esperados. Mucha gente vive muy mal por falta de oportunidades. Hay mucha gente que pide dinero en la calle y también hay lugares por los que no se puede pasar, donde la juventud tiene los días contados. Hay violencia de todas clases y las principales víctimas son jóvenes.
Sin embargo soy una soñadora y la ciudad que yo vivo es la ciudad que me gusta, que conozco y que me acoge con sus colores vivos y todo su calor.  La ciudad que escogí vivir es una en donde se habla de literatura, se camina, se escribe, se dice poesía en la calle, se va al cine gratis y también es la que acoge con cariño a las personas que llegan de visita.



Atardecer en Cali 





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Qué rico las opiniones son bienvenidas.
Gracias,
Ana María - Penélope