lunes, marzo 30, 2015

Ricardo Marroquín


El poeta salvadoreño Ricardo Marroquín nos acompañó en la lectura del domingo 15 de marzo en El Parque del Peñón durante el Festival Internacional de Arte y Poesía Grito de Mujer, publicamos sus datos biográficos y algunos de sus poemas.

Ricardo Ernesto Marroquín Gálvez (Ricardo Marroquín). Nació en el municipio de Santa Ana, departamento de Santa Ana, El Salvador el 25 de julio de 1973. Profesor y Licenciado en Letras por la Universidad de El Salvador. Docente de educación media y excatedrático universitario. Además de la docencia, se dedica a la investigación social, histórica y cultural. Ha promovido las actividades culturales y ponencias literarias. Escribe poesía, cuento, ensayo y artículos por medios escritos y electrónicos. Miembro fundador del Grupo Poético Cuzcatlán y del Grupo Literario Cuzcatlán Balam.
Publicó sus muestras poéticas en la histórica revista universitaria “Opinión Estudiantil” editada por la Asociación General de Estudiantes Salvadoreños (AGEUS). Desde 1999 ha colaborado esporádicamente con el Suplemento Cultural Tres Mil del periódico Co-Latino. Entre sus publicaciones en coautoría con los miembros del colectivo al que pertenece están: “Un día del niño” (Poesía, 2004); ¿Cómo llenar de paz la paz de este Pulgarcito de América? (Poesía, 2005, 2007); La flor proletaria crecerá en esta tierra desértica llena de incertidumbres (Libro collage, 2006, 2007); Voces en el Huracán del siglo (Poesía y un relato, 2010, 2011); Ardientes versos para este oscuro presente (Poesía, 2011) y Entre otras cosas (Poesía, 2014).


Ricardo Marroquín lee sus poemas durante el FIAyP Grito de Mujer en Cali Colombia


NATURALEZA AGONIZANTE

Los ríos escapan
vestidos de contaminación
arrastrando sus largas colas
en el seco territorio que los guía,
golpean su voz en las verdosas
y lisas piedras.

Testigos de la fauna herida
y la cercenada flora
que entre esperanzas y sueños
se esconde la asquerosidad del futuro
que nos espera por la puerta de la ignorancia
y la avaricia testarudas.

Tú que miras sin saberlo
y yo que pierdo mi sosiego
entre basura y tóxicos humeantes,
borrando mis sueños manchados
por la oscura neblina.


SUERTE

Tu rostro no aparenta nada
porque la vida no te parece real.
Te ahogas en el trabajo
para olvidar que estás aquí.
Apenas suspiras,
ya no quieres seguir batiendo alas
porque no alcanzaste el cielo
como tú  querías.
Ya no puedes corretear por la existencia
ave herida y prisionera de tu suerte.
Tus ojos humedecen la nostalgia
y te envuelven en enigmas.
Ahora desenrollo el paso de tu destino.
Dame tu mano y vente conmigo.
Caigamos juntos en el abismo
hasta perdernos en el polvo.


INESPERADA PRESENCIA

Hoy he visto tus ojos
resplandecer.
He visto tu tristeza colgando de tu alma,
derramando gotas de emociones
que apenas puedo comprender.
Tu corazón late
entre amarras,
lacerado amargamente
por la negación de tu fragilidad.
Soñadora de triunfos
que amas la divinidad.
Desconocida apareces
Big Bang del universo,
con inconfundible belleza
que va más allá de lo espiritual,
más allá de la vida terrenal.
Cegadora de mi realidad existencial
que apareces en sueños
que explotan en el aire
y se unen con la luz del sol
para hervir en el infinito.
En un abrir y cerrar de ojos
surges de lo etéreo
para estar aquí presente
entre las sombras.

DONDE TERMINAN LOS PUEBLOS DE AMÉRICA

Óyeme niña,
hada traslúcida
que bates tus dos alas brillantes:
una de tristeza
y otra de felicidad
en un cielo de nubes ahumadas
que la industrialización expulsa
de sus malolientes poros
humectados de lodo.
No me extiendas tu mano
para ayudarme,
hoy que la gravedad
me lanza en caída libre
en este túnel
que va a dar
a aquel lugar oscuro
donde terminan
los pueblos de América.
Aquel lugar donde viven eternamente
recuerdos de conquistadores,
de capataces que abrían
y continúan abriendo
las espaldas
con la furia de sus látigos.
Aquel lugar
en que la muerte se desplaza
con su manto negro.
Donde nadie pregunta:
¿por qué las promesas fallecen?
¿por qué la fe es hueca?

Déjame caer
a aquel lugar
que Dios ha dejado en el olvido.
Aquel paraíso
rebosante de demagogia,
corrupción y delincuencia.
Aquel lugar
cuyas protestas
son comedias de segunda
que en la calle se representan
y la gente bosteza de aburrimiento.
Aquel lugar
donde las muchachas
por buscar el amor verdadero
caen en el desierto de la perdición.
Déjame caer y no me des tu mano.
Déjame caer...
donde terminan
los pueblos de América.


SENTIMIENTO MISTÉRICO


La muerte me espía
cada vez
y el odio me muestra sus colmillos.
Los ojos de las estatuas me miran.
Yo camino
sobre el filo de emociones ajenas.

Hay alguien que observa
y se ríe de mi vida amargada.

Todos se olvidan
del mundo cambiante e impredecible.

Hay destrucción,
muerte y pobreza
en las manos huesudas de la injusticia,
que han desquebrajado
la balanza dorada,
desde tiempos inmemoriales,
cuando las espadas contactaban
y guerreros asolaban
las tierras de los vencidos
agrupados en tribus y clanes.
Yo me perdía en el temor
y la desconfianza
porque todo desaparecería
junto conmigo.



MALDICIONES

Las voces de los muertos
suenan todavía,
ecos de luchas olvidadas,
enfangadas por la traición.

Ya sólo falta esperar nuevas escenas
de incertidumbre
y aflorar nuevamente el temor
para que otro siglo fenezca
antes de gotear su último minuto.
Las páginas de los periódicos
resucitan cada día
el recuerdo de nuestras maldiciones,
en la tristeza
de nuestras vidas encendidas
y destinadas a apagarse.


*

Somos
la explosión de dos planetas en el universo,
el resplandor de la aurora
en la constelación  más lejana.
¡Oh, diosa del amor!
Arrastro mis labios
por las dunas de tu cuerpo desierto
formando marcas de pasión exuberante,
liberando mezcladamente ternura, deseo
y amor creativo
de mi estructura reprimida.
Me compacto contigo,
Disolviéndome como vapor
en tu epidermis.
Juntos somos un tornado,
agitando el silencio nocturno
entre las sábanas.
Nos volvemos fantasmas inquietos
en medio de las paredes de un castillo medieval.
Nos fusionamos como moléculas,
haciendo nuestra vida
energía indestructible
entre la noche y el día.
Desaparecemos de la realidad
con la velocidad de la luz,
castigándonos eternamente fusionados.



ÚLTIMO MOMENTO

La astucia de tus palabras
me pierde más que la insania,
porque me tienes
como el último cartucho
que quieres quemar
por si la oportunidad se cierra en tu vida,
cuando la mecha del tiempo
esté a punto de convertirse
en ceniza y olvido.
Yo, siempre un ingenuo,
esperando que te descubras
como por arte de magia
en la azotea de la soledad,
palpitando como luz moribunda,
volviendo a revivir las imágenes pasadas,
esculturas que vuelvo a moldear
con el espesor de mis pesadillas.


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Qué rico las opiniones son bienvenidas.
Gracias,
Ana María - Penélope