La ciudad de los amigos
A Óscar Collazos
Por Jotamario Arbeláez.
EL PAÍS, Cali, Marzo 17, 2015
He sido de malas para escribir acerca del amor, porque siento al amor más lejano de la literatura que la amistad. Esta mención de amor se refiere al que se da de besitos por todas partes, o dicho en buen romance al levante, a la seducción de los casanovas, que vino a convertirse en una de las acepciones del amor, la peor, según mi criterio, porque el amor sin fisuras es la amistad. Esa sí que es una pareja de sinónimos bien casada y bien avenida.
Desdichado como el hombre de incontables y borrosos amores es aquel que nunca tuvo un amigo. O el que los perdió después de tenerlos. El primer hombre cayó a causa de que, en vez de hacerle un amigo, el buen Dios lo proveyó de una amante.
La amistad conserva a los muertos con vida, saca vino del agua, le da ojos al que está ciego, impide que a las prostitutas les tiren piedras. Gracias a la amistad se conserva la esperanza de que no se acabe la especie, el vecino duerme tranquilo, se hace más vivible la tierra, cobra fuerza la carcajada.
La fidelidad del amigo impide que caigas, por encerado que esté el mundo por donde andes. He conocido personas que nunca dan una limosna pero que darían la vida por un amigo. Amigos que se han ofrecido a cambio del amigo que está plagiado. Amigos poniendo el pecho para librarte de cualquier asechanza. Un amigo es un seguro contra la desaparición prematura. Tu chaleco a prueba de balas. La tranca fuerte de tu puerta.
En pocos lugares como en Colombia es tan cálida y tan firme la mano de la amistad. Por lo general duran más las amistades que los amores. No se queman tan fácil en la flama de la ardentía. La amistad es una hermandad que cala hasta el hueso. La familia por el lado del alma.
Los amigos que desde mis primeros poemas me dio este suelo son amigos que viven todo el tiempo en el portarretratos de mi máquina de escribir. De cada uno de ellos está hecho el museo de esta existencia preciosamente precaria. Vivir en otra parte del mundo perdiendo su presencia vivificante sería abandonar lo mejor que a la vida pude arrancarle. Uno es nadie sin los amigos. Todos los amigos son uno. Dime quiénes andan contigo y te diré cómo son.
Hay los amigos de la infancia, los amigos del alma, los íntimos amigos y los amigos casuales, los amigos de adolescencia, los compañeros de trabajo que se vuelven amigos, los amigotes, los amigos comunes, los amigos por conveniencia, los amigos pa' lo que sea, los amigos de lo ajeno que terminan con tus libros y con tus novias. Mantengo tantos amigos como amadas que me dejaron y nunca me he quejado de los unos ni de las otras. Una mujer que tuve me abandonó por un amigo y cuando se les acabó el amor regresó el amigo.
Si me salvara en un naufragio con un amor y un amigo y la balsa solo resistiera con dos, en vez de tirar a cara y sello con cuál me iba o a cuál tiraba, decidiría que siguieran ellos dos mientras yo continuaba a nado ahuyentando los tiburones. Para eso soy nadaísta. Uno podría llegar a tener un millón de amigos pero con una sola amiga basta y zozobra. Ser hombre de pocos amigos puede significar precaverse de la promiscuidad amistosa, pero ser hombre de pocos amores puede inferir cierta debilidad en la puja.
Cuando uno pierde un amor pierde la mitad de su vida y la mitad de sus bienes, mientras que cuando pierde un amigo pierde solamente el amigo, quien también pierde. Según el diccionario, una cosa son los amantes y otra cosa son los amigos, pero se ha vuelto un eufemismo referirse al o a la amante como mi amigo (a).
Encontré esta hojita de hierba dentro de la pradera de Whitman: "Soñé en un sueño. Vi una ciudad invulnerable a los ataques de todo el resto del mundo. Soñé que era la nueva ciudad de los amigos". Esa inmensa ciudad invencible ha de ser Colombia, dándole campo a la amistad.
http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/jotamario-arbelaez/ciudad-amigos
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Qué rico las opiniones son bienvenidas.
Gracias,
Ana María - Penélope