La columna de Eduardo Luna*
Aunque agradezco,que durante el bachillerato tuve buenos profesores de español, justo es también reconocer, que además del medio familiar, tuve otros incentivos para amar la lectura y llegar a escribir cuento y poesía.
Tuve unos motivadores y formadores de cultura general, aparentemente pequeños, a quienes debo tanto y a quienes quiero hacer un reconocimiento, en la certeza de que mi caso no es el único y que al identificarse con ellos, muchas personas se sientan compenetradas. En primer lugar a los libros de lectura de primaria, en lo particular fueron los textos de editorial Bedout y del Sembrador colombiano, donde aprendí de memoria los primeros versos y me conmovieron sus historias, que buscaban inculcar en nosotros, los niños de entonces, valores que nos hicieron mejores seres y donde admiramos personajes ilustres por obras de gran nobleza en favor de la humanidad.
Otro de ellos fue la revista SELECCIONES, que independientemente de su ideología política, despertó en mí un gran amor por las frases célebres en sus famosas "citas", además allí empecé a aumentar y mejorar mi léxico en la sección "enriquezca su vocabulario"; me divertía enormemente con su inolvidable "la risa remedio infalible".
Paso a mencionar otro de capital importancia, EL ALMANAQUE BRISTOL, ese cuadernillo con tapas de papel color ladrillo y que en sus páginas en blanco y negro se le hacía publicidad a productos como el tricófero de Barry y al agua florida de Murray Lanman; me encantaba verlo junto a los dulces navideños y seguía leyéndolo y releyéndolo durante todo el año; de allí me aprendí muchas fechas del santoral, lo mismo que sobre las fases de la luna; me gustaban los versos que traía, los temas y sobre todo la comedia de dibujos en varios actos a lo largo de sus páginas, era tan importante para mí, que llegué en algún momento a coleccionarlo y usar algunos de los productos que recomendaba.
Finalmente están dos columnas que aparecían a diario en el periódico EL PAIS, junto a la sección de cómics; yo, antes que mirar al fantasma, a Lorenzo y Pepita, a Mandrake el mago, a Tarzán, a pancho y Ramona en educando a papá o a cualquier otro, miraba con avidez dos columnitas que recuerdo con cariño, una era AUNQUE USTED NO LO CREA, en la cual acompañados de unos dibujos hechos con trazos se contaban cosas increíbles y verdaderas y récords impresionantes, la otra era EN UN DÍA COMO ESTE, en la cual se contaban los hechos históricos ocurridos en la misma fecha através de los tiempos; desde antes de llegar a la casa de mis tías, donde compraban la prensa toda la semana, empezaba a experimentar contento por leerlas y a sentir mariposas en el estómago.
Esto hoy puede parecer un absurdo y una tonta trivialidad, frente al impresionante desarrollo del Internet, cuando éste no era ni siquiera imaginable, pero era con lo que contábamos y el momento que vivíamos.
Gracias a la lectura de éstos pequeños textos, que han hecho parte de la vida de tantas personas, me he adentrado por el camino de la palabra leída y escrita y más allá de cualquier tonta vanidad intelectual, vuelvo mis ojos atrás, con eterna gratitud y con inmenso cariño EDUARDO LUNA.
* Eduardo Luna es poeta, vive en Cali.
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Qué rico las opiniones son bienvenidas.
Gracias,
Ana María - Penélope