Eduardo Luna |
Eduardo Luna *
Asumirse
como escritor es un reto, frente a la hoja en blanco y frente a la vida misma.
Es un goce, porque es pasión, pero también un sacrificio, que se paga con
incomprensiones y hasta con días de aridez y soledad. Como toda vocación,
exige entrega, disciplina y amor por lo que se hace. Es también una gran
responsabilidad, ante el lector y ante sí mismo. Lo mejor que puede lograr un
autor, es la construcción de un universo propio y hasta un lenguaje, que le sea
característico.
Todo
lo dicho implica riesgos, pero el mayor de todos es la libertad. Por ello, un
escritor no debería escribir para halagar, ni a un poder, ni a una ideología,
en el sentido partidista; su mayor compromiso es con la vida y con el hombre;
No debe ser amordazado por la censura, pero tampoco debe esgrimir su palabra de
manera irresponsable. Las dictaduras de derecha o de izquierda, le son
necesariamente ignominiosas.
Existe
otro gran riesgo que lo amenaza actualmente: los encasillamientos y los
rótulos, sobre cómo se debe escribir. En nuestro mundo globalizado, hasta la
literatura ha sido sometida a los rígidos formatos, que pretenden imponer cómo
se escribe, sin tener en cuenta la diversidad de saberes, tradiciones
literarias y culturas; hasta en eso sigue predominando la pauta anglosajona y
el eurocentrismo. Nadie niega la admirable literatura de origen anglosajón;
muchos de sus textos son piezas magistrales de narrativa, pero no se les puede
imponer a los escritores latinoamericanos, o del tercer mundo en general, éste
mismo patrón. Hoy se pretende que todos los escritores en lengua española,
escribamos de ésa manera fría, impersonal, poco pasional: contar de la
misma forma que se describe el funcionamiento técnico de una nevera, como
si un adorno o una reflexión personal, le restara mérito y calidad. Lo mismo
pasa con la poesía, seca, ambigua y sin emoción, que se pretende imponer, desde
lo más antipoético, que son las academias.
Afortunadamente,
todo éstos dogmas se empiezan a poner en duda; dos ejemplos dicientes: primero,
en la entrevista que le hizo la revista semana a Coetze, éste cuestiona a
quienes ven de mal gusto filosofar desde la novela y se inclina por hacerlo, lo
mismo que jugar con las fronteras de los géneros literarios. El otro, el del
poeta y escritor Eduardo Escobar, que en una entrevista confiesa que la
revista El malpensante, le devolvió
un cuento sin publicar, porque le parecía muy adornado, a lo que el autor antioqueño
responde, que se les olvida que somos latinos y por ende, barrocos. Bueno, como
ya se llenó la hoja en blanco, preguntémonos qué sigue.
*
Poeta. Integrante de la Fundación Plenilunio grupo de poesía y arte de Cali Colombia
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Qué rico las opiniones son bienvenidas.
Gracias,
Ana María - Penélope