viernes, junio 20, 2014

La libertad del escritor


Eduardo Luna

Eduardo Luna *

         Asumirse como escritor es un reto, frente a la hoja en blanco y frente a la vida misma. Es un goce, porque es pasión, pero también un sacrificio, que se paga con incomprensiones y  hasta con días de aridez y soledad. Como toda vocación, exige entrega, disciplina y amor por lo que se hace. Es también una gran responsabilidad, ante el lector y ante sí mismo. Lo mejor que puede lograr un autor, es la construcción de un universo propio y hasta un lenguaje, que le sea característico.

Todo lo dicho implica riesgos, pero el mayor de todos es la libertad. Por ello, un escritor no debería escribir para halagar, ni a un poder, ni a una ideología, en el sentido partidista; su mayor compromiso es con la vida y con el hombre; No debe ser amordazado por la censura, pero tampoco debe esgrimir su palabra de manera irresponsable. Las dictaduras de derecha o de izquierda, le son necesariamente ignominiosas.
                Existe otro gran riesgo que lo amenaza actualmente: los encasillamientos y los rótulos, sobre cómo se debe escribir. En nuestro mundo globalizado, hasta la literatura ha sido sometida a los rígidos formatos, que pretenden imponer cómo se escribe, sin tener en cuenta la diversidad de saberes, tradiciones literarias y culturas; hasta en eso sigue predominando la pauta anglosajona y el eurocentrismo. Nadie niega la admirable literatura de origen anglosajón; muchos de sus textos son piezas magistrales de narrativa, pero no se les puede imponer a los escritores latinoamericanos, o del tercer mundo en general, éste mismo patrón. Hoy se pretende que todos los escritores en lengua española, escribamos de ésa manera fría, impersonal, poco pasional: contar de la  misma forma que se describe el funcionamiento técnico de una nevera, como si un adorno o una reflexión personal, le restara mérito y calidad. Lo mismo pasa con la poesía, seca, ambigua y sin emoción, que se pretende imponer, desde lo más antipoético, que son las academias.

          Afortunadamente, todo éstos dogmas se empiezan a poner en duda; dos ejemplos dicientes: primero, en la entrevista que le hizo la revista semana a Coetze, éste cuestiona a quienes ven de mal gusto filosofar desde la novela y se inclina por hacerlo, lo mismo que jugar con las fronteras de los géneros literarios. El otro, el del poeta y escritor  Eduardo Escobar, que en una entrevista confiesa que la revista El malpensante, le devolvió un cuento sin publicar, porque le parecía muy adornado, a lo que el autor antioqueño responde, que se les olvida que somos latinos y por ende, barrocos. Bueno, como ya se llenó la hoja en blanco, preguntémonos qué sigue.

* Poeta. Integrante de la Fundación Plenilunio grupo de poesía y arte de Cali Colombia

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Qué rico las opiniones son bienvenidas.
Gracias,
Ana María - Penélope