Águeda Pizarro, poeta y Directora del Museo Rayo de Roldanillo Colombia se dirige a la comunidad de Colombia y el Mundo para expresar su conmoción por el asesinato de dos sacerdotes en Roldanillo.
Aquí la carta:
Roldanillo acaba de vivir
quizás la tragedia más desgarradora de los últimos 20 años. Fueron asesinados sin piedad con arma blanca el párroco de la iglesia
principal de Roldanillo, Luis Bernardo Echeverry y su asistente el recién
ordenado padre Héctor Fabio Cabrera. Como en los funerales
de Omar Rayo hace tres años, el pueblo entero se unió para expresar su dolor,
su condolencia y su agradecimiento por la labor de personas que dedicaron sus
vidas a este municipio antiguo y bello, moderno y progresista. Los
roldanillenses hicieron evidentes su indignación y su rechazo del acto atroz que segó las vidas
de los sacerdotes. Al darse cuenta del asesinato, les exigieron y siguen
exigiendo con toda la razón, una reacción más eficaz de las autoridades. Se
guardaron tres días de duelo durante los que se llevaron a cabo todos los
rituales tradicionales y personales de casi todos nosotros católicos,
cristianos, mormones, ateos, agnósticos y otros. Los negocios cerraron y se
colgaron banderas, moños y banderines morados y blancos en las ventanas. Las
banderas de las instituciones ondearon a media asta, las personas se vistieron
de blanco y negro y sus rostros
mostraban las huellas de las lágrimas y el desvelo. Acudieron arzobispos, obispos y prelados de
toda la región y autoridades de toda Colombia para acompañar a Roldanillo en su
dolor. Cuando murió mi esposo hace tres
años, sentí lo que creo que sintieron las familias de los dos padres, una ola
de simpatía y de comprensión que emanaba de todas las miles de personas
que las acompañaron en los tres días de
luto. Esta reacción proviene del corazón
mismo de esta pequeña ciudad que es un microcosmos de nuestro país tan complejo
y contradictorio, tan único y tan parecido a otros en este hemisferio. Aquí
conviven los problemas y dilemas de la modernidad, antiguos conflictos
arraigados en estructuras de poder imperfectos con constantes esfuerzos
individuales y colectivos por superarlos y curar las heridas sociales. Tanto en Colombia como en Roldanillo, hay
unas reservas de recursos humanos--talentos, inteligencias, creatividades, una
imaginación sin límites que contrarrestan constantemente lo que se pueden
llamar las fuerzas del mal.
Quiero en
este momento dirigirme a todas las personas cercanas que me han expresado un
sentimiento de pena o de vergüenza porque esta atrocidad ocurrió en Roldanillo
y una preocupación por la imagen del municipio en los medios. Roldanillo es
Colombia, como también lo son Aracataca,
Bogotá, Cali, Barrancabermeja, Bolombolo. Cada uno de estos sitios vive las violencias
y tragedias que viven los otros lugares de esta tierra. Roldanillo tiene mayor visibilidad debido más
a su imagen de centro cultural, cuna de artistas y poetas que a los conflictos
endémicos del Norte del Valle. Por
consiguiente y por contraste, un hecho terrible como el que acaba de ocurrir,
parece aún más horrorífico, amenazando con borrar todo lo que se ha construído
desde la inauguración del Museo Rayo en 1981. A mis amigos les puedo decir, por qué he elegido vivir aquí y hacerme
cargo del legado de Omar Rayo a conciencia de los peligros, las amenazas, las
dificultades, los obstáculos que enfrentó también Omar Rayo, que no se puede
borrar lo construido como sí se borra lo destruido. Vivo aquí en un paisaje único de una hermosura
luminosa y deslumbrante, de vegetación alucinante, flores y árboles cuyos
nombres enriquecen el idioma, entre personas apasionadas y apasionantes que
transforman la lengua de mi padre en un nuevo mundo de consonancias. Amo esta ciudad pero no la amo
ciegamente. Me duele lo ocurrido, el
olor a sangre y odio, pero, como soy poeta, tengo fe en la vida y en los seres
humanos.
Se dice (porque
aquí ocurre como en Crónica de una muerte anunciada de García Márquez, que los
vecinos saben más que las autoridades y se transmiten las últimas noticias de
manera telepática de comadre en comadre, de compadre en compadre), que los
asesinos eran jóvenes. Llora una porque
cree que jugó con este o el otro cuando eran niños. Se habla de la pérdida de valores, de que las
cosas han cambiado para mal, así como hablaba Sócrates en los diálogos de
Platón de las juventudes atenienses. Se
sabe que el motivo fue el robo, que fueron dos los agresores. Se cree que eran drogadictos. No se habla de
carteles, de Bacrim ni de guerillas ni de paras, se habla de un crimen personal
por un motivo tan antiguo como la civilización. Me consta que para aquellos dos
jóvenes inmisericordes que ahora están tan destruidos en vida como lo están sus víctimas muertos hay otros
muchos que son artistas, músicos, bailarines, escritores, poetas. Son rebeldes o conformes, tatuados o limpios,
contestatarios o líricos, inteligentes, sensibles. Jóvenes que esperan, que se
transforman, que interrogan, que cuestionan, que buscan. Los vemos en los talleres, las exposiciones,
las funciones de teatro del Museo. Están
aquí, en Roldanillo, variopintos y
entrañables con sus peinados ultramodernos y alternativos. Son el futuro y la
esperanza de todos nosotros. Lo son también las pequeñas bailarinas de nuestros
talleres de ballet que nos proporciona Incolballet. Aparecen en trusas y tutús los viernes y los
sábados soñando con el lago de los cisnes.
Las mayores son elevadas en
brazos de unos jóvenes de municipios aledaños que se sumaron a esta propuesta
nuestra. Jóvenes vitales como alguna vez lo fueron los dos asesinos.
Quiero
también hablar de los dos padres que murieron y que son héroes para la mayoría
de los roldanillenses como lo es también el legendario Omar Rayo. El padre Echeverry volvió a Roldanillo, donde
fue por primera vez párroco en los años 70s, porque quería que la última
parroquia que pastoreara antes de su jubilación fuera esta ciudad donde quería
vivir después de ella. El entonces joven
párroco participó en las actividades pro
construcción Museo Rayo y nos ayudó desde su púlpito. Es recordado por los trabajadores en la
construcción de nuestra institución como un ser sencillo y amable que
conversaba con ellos. Quizás se inspiró en nosotros para construir las capillas
que dejó en cada uno de los municipios donde ejerció su sacerdocio. Algunas de las platas para una nueva capilla
aquí en Roldanillo pueden haber sido el blanco de los ladrones. Yo lo recuerdo
en los banquetes pro museo. Era muy
admirado por las Señoras Voluntarias
quienes frecuentemente lo invitaban a almuerzos y otras reuniones donde
el gozaba de la comida y la bebida y conversaba sobre este mundo y el otro. Uno de sus últimos actos en pro de nuestro
Museo fue la compra de un bono de 500.000 pesos para nuestra campaña pro Sala
de Lectura Infantil hace un par de semanas.
El Padre Cabrera, me pidió una vez un almanaque con obras de Rayo para
decorar alguno de sus proyectos. Me
arrepiento de no habérselo regalado ya que cuando murió tenía sólo 27 años y demostró muchas veces que le interesaba el
arte y nuestro Museo .
Como soy de otra parte del mundo donde he
visto de lejos y de cerca atrocidades y magnicidios terribles y como he
decidido quedarme aquí luchando por la causa del arte en el Museo Rayo, puedo
asegurarles a mis amigos, quienes por buenos y conscientes están avergonzados
por su ciudad, que ellos mismos son la prueba de que Roldanillo no es el
asesino. La vida crece y da sus
heliconias y sus samanes bajo los que seguimos amando y soñando.
AGUEDA PIZARRO RAYO
Directora
Museo Rayo
Roldanillo
Que percepción y visión de las cosas tan claras. Comparto su opinión que lo sucedido no es producto de la gente buena que vivimos en la TIERRA DEL ALMA, son situaciones coyunturales propias de una sociedad enferma y consecuencias del desbalance social que estamos viviendo. Asi que ánimo ROLDANILLENSES, no podemos sentirnos culpables ni culpar, solo debemos ORAR para que todo vuelva a la normalidad, a la paz que siempre hemos respirado. Por ello, pedimos a nuestros sacerdotes que nos ayuden en este propósito.
ResponderEliminar